Fue una tarde de invierno, cuando me fui a practicar mi pasión por la caza de las acuáticas en la marisma , la misma a la que fui tantas tardes pero algo hacía presagia que ésta iba ser inolvidable. Cuando llegué eran sobre las cuatro de la tarde, la marisma se encontraba en su máximo esplendor no se le podia pedir más, silenciosa y fría, con nubes tan oscuras que hacían presagiar que me mojaría, lo que no me disgustaba pues para mi es un placer cazar a estos estupendo animales, los patos , mientras llueve. Nada mas llegar y cargarme de todos los avíos, me puse andar hasta la laguna que tenía vista de tardes anteriores, una vez allí comencé a cavar un agujero y a cubrir sus bordes con las mismas hierbas y matojos que brotaban por esos lugares, miraba los huequecillos que le habían quedado, disfrutando como un niño hasta dejarlo terminado.La laguna ondulada por el viento simulando un oleaje era como un pequeño mar, miraba sus orrillas buscando algún plumón de la noche anterior, encontré varios de noche muy pasadas pero no el que pretendía, este suele estar boca arriba y arqueado, y cuando me daba por vencido allí lo encontré, y tal fue mi alegría que me lo lleve al agujero considerando que me traeria esa suerte que buscaba.La tarde empezó a caer y los bandos
de garcillas buscaban sus dormideros, yo fui a colocarme en el puesto, pero primero me coloque la vieja canana de mi padre, ésa de la que estoy tan orgulloso, ésa que cuando pequeño siempre me la colocaba y se me caia tenía que ir sujetando por que me quedaba huecos por todos lados, luego la mochila en el borde y el banco dentro donde me coloqué mirando hacia donde creía mas o menos que entrarían.Entre dos luces ya muy tarde oí a un pato real y sin querer me puse a temblar cuando lo ví surcando esa racha de viento, rompiendo con su elegante vuelo el cielo acercándose a la laguna, luego localicé una collera que me entraba por detrás, y sin pensarlo dos veces creyendo que estaba mas cerca, me levanté mientras el viento se aliaba a su favor y despegandose tan rápido que sólo puede tirar al macho, lo abatí cayó dentro de la laguna era ya de noche y cuando fuí a recogerlo se encontraba todavía con vida haciendo círculos en el agua, el frío se hacia notar, al meterme en el agua a recogerlo sentí que estaba congelado, pero al darme la bienvenida se me pasó de pronto, comencé a observar todo su cuerpo como hago con todas las piezas que cazó sintiendo una gran satifación y alegría.Se iba acabando ya la jornada de cacería en esa marisma empecé a recoger todo, el banquito, la mochila, e incluso unos cinveles vivo que llevaba. Me dirijí al coche contemplando durante ese recorrido la naturaleza tan pura como es, escuchando el mujío del ganado,rompiendo el silencío de la noche, las lechuzas resplandeciente en el oscuro cielo, y los muchuelillos en los hincos dando la voz de alarma de que me acercaba hacía ellos. Cuando llege al coche, quitandome todos los avíos, mochila, peto y canana, la famosa canana, le dí un ultimo vistazo a mi corta pero gran cacería.Ya de regreso en el coche escuchaba esas sevillana de Los Romeros que dice así:
Con los amigos de siempre
Yo me voy de cacería
Y en la venta juan maría
Mi primer café caliente
Es de noche todavía.....
Ya una vez en la puerta de mi casa acabado de llegar, mi amigo José Norberto me pregunta que cómo había escapado, y le dije más no se podía pedir a lo que él contestó como de costumbre clamando al cielo, entré en casa y me puse a limpiar el peto del pegagoso fango de la marisma y a secar la escopeta mojada por las finas lluvias caida. Luego una vez todo recogído y ordenado me pare a pensar en lo que acababa de vivir, una tarde que nunca podré olvidar.
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